masos del maestrat

Las masías de Cantavieja. Diego Mallén Alcón, Lucía Martínez Cebrián. 2024. ISBN 978-84-09-62625-0
edita: Centro de Estudios del Maestrazgo Turolense (CEMAT) web del CEMAT

7. La crisis masovera. Del abandono al olvido (pág.109)

Los datos analizados en el Archivo Diocesano de Zaragoza durante el siglo XVIII parecen indicar una tendencia equilibrada tanto desde el punto de vista demográfico como económico hasta la segunda mitad del siglo XIX. Desde el año 1700 la población masovera se mantiene estancada sobre 500-650 habitantes durante casi doscientos años, representando aproximadamente el 35-40% de la población municipal. Casi todas las masadas permanecen habitadas, también algunos masicos. La actividad agraria y ganadera transforma el paisaje y el territorio sufre una sobreexplotación considerable. A partir del año 1875 la población crece de forma acelerada y es cuando se construyen nuevos edificios, se realizan nuevos muros y casetas de piedra seca, se incrementa la superficie construida y se aceleran los procesos de explotación de los recursos naturales, dejando un paisaje esquilmado, sin apenas superficie forestal arbolada. Únicamente los montes públicos abastecen a las actividades tradicionales como la carnicería, tejerías, cantarerías, hornos, etc. Tras la Guerra Civil de 1936 de nuevo se vuelve a poblar el espacio masovero, apenas se aprecia un pequeño descenso en la década de los 40 que vuelve a repuntar en los años 50. En esta década se alcanzan los valores demográficos de principios del siglo XVIII, es decir, unas 500-600 personas viviendo en el entorno masovero.

El fuerte declive del modelo masovero vendrá a partir de 1970 aproximadamente, debido al fuerte proceso de industrialización y urbanización de las grandes ciudades del país y la apertura de pistas forestales. Las buenas comunicaciones favorecerán el proceso continuado de emigración. Desde el punto de vista demográfico, siempre hubo más hombres que mujeres en el espacio masovero, en esta ocasión también fueron las mujeres las primeras en marchar a las ciudades para trabajar en labores de hogar o trabajos de limpieza fundamentalmente. Posteriormente, fueron los jóvenes los que marcharon a trabajar en puestos de mayor cualificación. Y finalmente, se abandonaron muchas de las explotaciones, después de más de 700 años de existencia. Es decir, en menos de 25 años el modelo y la cultura del mas entró en crisis por completo, hasta su casi desaparición a finales del siglo XX e inicios del actual. Hoy en día los masoveros combinan la explotación de la masía con la casa en el núcleo urbano del municipio, realizando movimientos pendulares diarios entre ambos, como ocurre en la Torre Julve o en la Torre Castellote. El régimen de tenencia ha cambiado completamente en los últimos siglos y ha transformado el paisaje, así como el cambio en los usos del suelo, cambios en la cabaña ganadera y la superficie ocupada, gestionando varias masías en una misma unidad de explotación.

Por el momento, no se atisba ningún indicio de recuperación del espacio masovero ni en Cantavieja, ni en la comarca del Maestrazgo. Incluso no existe ninguna masía orientada hacia el turismo en el municipio, como ocurre en otros espacios más o menos cercanos, como el Matarraña o en Gúdar-Javalambre. La población actual que vive en las masías se encuentra muy envejecida y no existe relevo generacional. Las posibilidades de desarrollo, a pesar de la generación eléctrica y las buenas comunicaciones en las últimas décadas, son mínimas. El devenir del espacio masovero es incierto y las nuevas tecnologías no ayudan, por el momento, a su recuperación. Las investigaciones, en la línea de la presente, son fundamentales para no dejar caer en el olvido siglos de Historia del hábitat disperso en las Serranías Orientales del Sistema Ibérico.